Un minuto más, una pizca menos de esperanza.

Yo anteriormente era de aquellas chicas soñadoras que pensaba que tarde o temprano encontraría a alguien ideal con quien compartir mi vida entera. Solía tener esperanza. Ahora me cuesta, parece que cada minuto que pasa, es una pizca menos de esperanza. Todo empezó cuando conocí a la persona que creía ideal para mí. Todo iba tan bien que me encantaba. Iba tan bien que ya era extraño que no pasase nada. Entonces pasó. Me hicieron daño. Aquel dolor me afectó demasiado que ahora, para no hacerme daño, hago daño a los demás. Da igual el modo, pero de una manera u otra lo hago. Es una autodefensa. Sé que tengo demasiado miedo, miedo a volver a sufrir. De vez en cuando tengo ganas de tirar la toalla y rendirme, pero algo en mí dice que no, que siga. Ese algo, poco a poco va desvaneciendo. ¿Sabéis eso de cuando eramos pequeños, que otros nos cogían nuestro juguete favorito y queriamos pegar pero a la vez llorar? Eso es algo que siento ahora. Siento ganas de pegar y de joder, pero a la vez también quiero llorar. Pero sin embargo, lo reprimo. Todo lo que ronda por mi corazón o sentimientos, lo reprimo. Y reprimo cada vez más mi dolor, dejándome insensible y fría. El amor puede ser muy bonito, pero a la vez muy doloroso. No sé tú, pero yo pierdo mi esperanza de volver a querer a alguien.